sábado, 30 de abril de 2011

GENTE DE RAZA



De pocas cosas puedo presumir, pero una de ellas es mi bagaje social. Nunca se me dieron mal las relaciones sociales, si bien es cierto que muchas veces tiene que coincidir un cierto alineamiento de estrellas y planetas para que me apetezca relacionarme he salido airoso en un alto porcentaje de las primeras impresiones que genero hacia los demás, incluso hay quien me ha reconocido un primera mala impresión que luego ha mejorado con el tiempo. No suelo ser de los que presumen, pero de vez en cuando no viene mal escribir unas palabras bailándose el agua a uno mismo para subir la autoestima.
Siempre me ha gustado la gente con casta, la gente auténtica, los filósofos de barra y vino, o cerveza, o cubata de DYC con Cola. Gente que pese a carecer de estudios universitarios, pese a desconocer los misterios de los libros, lleva tras de sí vivencias que podrían sorprender a aquellos que escriben presumiendo de conocimientos de todo tipo. Hablo de gente de campo que lleva mascando la tierra desde que eran niños, que dormían al raso a una edad tan temprana que hoy nos resulta inconcebible, gente que pese a desconocer los idiomas no tuvo miedo de salir a buscarse la vida donde fuese, recorriendo mares en un barco pesquero, o recorriendo carreteras por todas partes, sin más religión que la confianza en uno mismo y en la raza humana. Gente que esta más allá de los prejuicios, que te cuentan sus historias no por presumir, si no porque las sienten como algo suyo que quieren compartir contigo.
He conocido ese tipo de gente en algunos sitios, pero también puedo presumir orgulloso de tener gente de ese tipo en mi propia familia. Gente como Antonio “El chivo” primo de mi padre, extremeño de raza, autentico, de los que llevan la camisa desabrochada hasta el cuarto botón, mostrando sobre su pecho una cadena dorada con un crucifijo, en el que no cree mucho, pero que alguien importante en su vida le regaló, y al que se ha encomendado más de una vez. Nacido en la conocida como Siberia extremeña, criado desde la infancia en el trabajo, disfrutaba en los ratos libres de la caza furtiva de avefrías, de lanzamientos con tirachinas y de horas sin fin por el campo observando flora y fauna reconociendo hasta el último palmo como suyo y guardándolo en su memoria para siempre. La vida y la familia le llevaron en plena adolescencia al País Vasco donde tras moverse trabajando con su padre en varias obras acabo en la villa de Zarauz, donde en plena mayoría de edad decido embarcarse en un pesquero, presume de conocer todos los mares, países como Canadá, Australia, Inglaterra, “en todas partes me entendí con la gente, y en todas las partes las mujeres estaban buenas Javi” me dice sonriendo. A los 21 hizo el servicio militar en la legión, de la que presume pese a no creer en ejércitos, que le llevo al Sahara y a Marruecos donde cuenta historias como la de una prostituta que le quiso acuchillar en plena acción sexual para robarle el dinero. De vuelta a España recorrió el país trabajando. Vías de tren, carreteras, encofrados “en todos los trabajos he mantenido el tipo y he dado la talla, y he estado en toda España, bueno, no, en Zamora nunca he trabajado” dice. Cuando había que trabajar se trabajaba y cuando había que estar de juerga…pues se estaba. Historias mil que darían para una saga interminable de aventuras recorriendo lugares, tascas, garitos, discotecas y prostíbulos de todo tipo, daba igual el ambiente: punkis, rockeros, flamencos o lo que se pusiera por delante. Soltero reconocido y convencido se arrepiente de pocas cosas en la vida, actualmente prejubilado cuida de su madre, Isabel, de 96 años a la que admira y adora, y goza de un merecido descanso en su pueblo natal.
Mi tío Jacinto, pastor criado entre ganado desde siempre, de los que gozan liándose un cigarrito de picadura sentado a la sombra de una encina con su inseparable Puch “voy a hacerme un porrito de estos”. También intento la aventura vasca cuando era joven “pero soy de campo sobrino, eso se lleva dentro” no aguanto ni un año y volvió al calor de los cortijos. Forma parte de la raza que se guía por el sol, y si hay lluvia por el viento, de los que viven sin prisa ninguna, de los que no necesitan reloj porque con mirar las alturas saben la hora segura. Autodidacta de la guitarra, de la que disfrutaba anteriormente, aunque ya hace tiempo que no la toca. Cuenta historias mil de animales, cacerías, robos de ganado sufridos, e incluso sucesos “paranormales” o poco normales que cuenta con la naturalidad del que no miente, porque no gana nada con ello. Presume de haber gozado de buena compañía en las fincas donde ha trabajado: vaqueros, guardas, pastores, etc. Hoy está jubilado, pero sigue al frente de la finca “La Panera” donde sigue disfrutando de sus ovejas, sus perros y su familia pese a pasar un bache grande desde que su mujer, mi querida tía Manuela, sufrió una operación grave de la que aun no se ha recuperado, mujer que siempre se desvivió por su familia y sus hijos y que pese a sus limitaciones sigue amando la vida del campo, de la que no se quiere desvincular y que es su complemento perfecto.
Podría hablar mucho sobre mas miembros de mi familia con casta, mi abuelo Francisco, también extremeño, que merecería un capítulo aparte, siempre sufridor silencioso, del que he heredado varias cosas, entre ellos mi fuerte arraigo por la familia, y con el que me une un fuerte lazo inexplicable de sangre y pensamientos, pero esa es otra historia… También algunos que están fuera de la familia y que forman parte del peculiar circulo de conocidos: Paco “el legionario”, Dieguito ”piñata”, y muchísimos que merecerían mención.
En fin, gente que merece la pena, y que está por todas partes, que viven mas allá de creencias políticas y religiosas y que llevan tras de sí vidas anónimas e historias merecedoras de reconocimiento. Que han derramado sangre sudor y lágrimas, pero que cuentan sobre todo las historias de alegrías y vivencias positivas. ¡Esa es la raza humana verdadera! No la que nos muestran por ahí. Desde aquí mi merecido homenaje a todos ellos, espero que vuestra raza no se extinga nunca. Ese libro que tengo pendiente sobre vosotros lo terminare algún día aunque lleva mucho tiempo a medias.
HE ANDADO MUCHOS CAMINOS (ANTONIO MACHADO)
He andado muchos caminos,
he  abierto muchas veredas;
he navegado en cien mares,
y atracado en cien riberas.
En todas partes he visto
caravanas  de tristeza,
soberbios y melancólicos.
borrachos de sombra negra,
y pedantones al paño
que miran, callan y piensan
que saben por qué no beben
el vino de las tabernas.
Mala gente que camina
y va apestando la tierra…
Y en todas partes he visto
gentes que danzan o juegan,
cuando pueden, y laboran
sus cuatro palmos de tierra.
Nunca, si llegan a un sitio,
preguntan a donde llegan.
Cuando caminan, cabalgan
a lomos de mula vieja,
y no conocen la prisa
ni aun en los días de fiesta.
Donde hay vino, beben vino;
donde no hay vino, agua fresca.
Son buenas gentes que viven,
laboran, pasan y sueñan,
y en un día como tantos,
descansan bajo la tierra.

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